26.2.10

Cuidar el alma infantil

Te invito a contemplar juntos el universo de los niños. Para que luego tú decidas, desde la Consciencia, de qué modo acompañarles.
Escribo para animarte a cocinar una sopa. Yo te cuento en el libro algunos de los infinitos ingredientes posibles, pero sólo tú cocinarás la mejor sopa, con tus propios ingredientes y cada día diferente. Confía en tu saber interior. Tus hijos te eligieron a ti y a tu cocina. Las ideas preconcebidas o precocinadas llevan a lugares ya conocidos. ¿Te animas a crear una sopa única y diferente? La sopa que más nutra el Alma de tu hijo.
Una vez hayas leído este libro, tan sólo ábrete a tu propio Saber.


Cristina Romero Miralles


Me gustaría compartir con vosotras este regalo que me llegó de forma sincrónica de parte de una madre que se ha propuesto cuidar el alma de sus dos pequeños y de paso compartirlo desinteresadamente para que nosotras lo hagamos con los nuestros. Una iniciativa generosa y poco habitual que nos permite descargarnos el libro gratuitamente y empezar a leerlo ya. ¡Gracias Cristina!


Pintará los soles de su camino es un libro de 204 páginas con preciosas ilustraciones de César Caballud que nos recuerda que podemos pintar los soles que cada uno desee.


No es un libro de crianza y educación al uso, aunque también hable de ello, sino que por encima de las corrientes dominantes, “Pintará los soles de su camino” es un texto holístico que incluye la espiritualidad y la magia y que está lleno de dulzura, comprensión y consuelo.


Conceptos como parto natural, lactancia materna , colecho, rabietas, castigos, doulas, escuela, homeschooling, gateo, cuentos, juegos… son tratados aquí, pero desde un prisma integrador y positivo.


Hemos desprestigiado el valor de la entrega, la devoción, el principio femenino de la vida. Las mujeres buscamos reencontrar nuestro poder ocupando lugares de liderazgo exteriores, huyendo del reencuentro con los territorios que nos son propicios: la crianza, el contacto con la Madre Tierra, el cuidado de lo emocional, la protección de lo que escapa a la prisa del mundo civilizado y racional, el respeto por el ritmo propio y ajeno…
Las Mujeres somos Guardianas de los Ciclos Naturales, Mediadoras entre mundos, Hilanderas, Tejedoras de realidades, Iniciadas en lo Sagrado…
La paternidad y la maternidad son experiencias únicas para transformarnos, reescribirnos y realinearnos con nuestra Alma.
A veces llega un hijo y se abre una puerta hacia lo desconocido. Podemos ofrecer nuestras resistencias a lo que ahora las cosas son, o bien, podemos elegir reinventarnos y reinventar nuestra Vida.
Puede que antes de la llegada de tu hijo ya tuvieras muchas ideas sobre lo que necesita un niño o una niña de sus padres. Puede que incluso te hubieras especializado universitariamente en pedagogía o psicología infantil. Pero ante tu hijo te das cuenta de que esas ideas no ayudan a vuestra felicidad.
A mayores ideas preconcebidas de los niños, más necesidad de revisarlas e incluso a veces de desaprenderlas.
Este libro te habla de permitir que tu hijo se construya a su manera su felicidad. Y también de que tú reconstruyas la tuya.


Cristina Romero

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La lactancia salvaje

La mayoría de las madres que consultamos por dificultades en la lactancia estamos preocupadas por saber cómo hacer las cosas correctamente, en lugar de buscar el silencio interior, las raíces profundas, los vestigios de femineidad y apoyo efectivo por parte de los individuos o las comunidades que favorezcan el encuentro con su esencia personal.
La lactancia es manifestación pura de nuestros aspectos más terrenales y salvajes que responden a la memoria filogenética de nuestra especie. Para dar de mamar sólo necesitamos pasar casi todo el tiempo desnudas, sin largar a nuestra cría, inmersas en un tiempo fuera del tiempo, sin intelecto ni elaboración de pensamientos, sin necesidad de defenderse de nada ni de nadie, sino solamente sumergidas en un espacio imaginario e invisible para los demás.
Eso es dar de mamar. Es dejar aflorar nuestros rincones ancestralemente olvidados o negados, nuestros instintos animales que surgen sin imaginar que anidaban en nuestro interior. Es dejarse llevar por la sorpresa de vernos lamer a nuestros bebés, de oler la frescura de su sangre, de chorrear entre un cuerpo y otro, de convertirse en cuerpo y fluidos danzantes.
Dar de mamar es despojarse de las mentiras que nos hemos contado toda la vida sobre quienes somos o quienes deberíamos ser. Es estar desprolijas, poderosas, hambrientas, como lobas, como leonas, como tigresas, como canguras, como gatas. Muy relacionadas con las mamíferas de otras especies en su total apego hacia la cría, descuidando al resto de la comunidad, pero milimétricamente atentas a las necesidades del recién nacido.
Deleitadas con el milagro, tratando de reconocer que fuimos nosotras las que lo hicimos posible, y reencontrándonos con lo que haya de sublime. Es una experiencia mística si nos permitimos que así sea.
Esto es todo lo que necesitamos para poder dar de mamar a un hijo. Ni métodos, ni horarios, ni consejos, ni relojes, ni cursos. Pero sí apoyo, contención y confianza de otros (marido, red de mujeres, sociedad, ámbito social) para ser sí misma más que nunca. Sólo permiso para ser lo que queremos, hacer lo que queremos, y dejarse llevar por la locura de lo salvaje.
Esto es posible si se comprende que la psicología femenina incluye este profundo arraigo a la madre-tierra, que el ser una con la naturaleza es intrínseco al ser esencial de la mujer, y que si este aspecto no se pone de manifiesto, la lactancia simplemente no fluye. No somos tan diferentes a los ríos, a los volcanes, a los bosques. Sólo es necesario preservarlos de los ataques.
Las mujeres que deseamos amamantar tenemos el desafío de no alejarnos desmedidamente de nuestros instintos salvajes. Lamentablemente solemos razonar y leer libros de puericultura, y de esta manera perdemos el eje entre tantos consejos supuestamente “profesionales”.
La insistencia social y en algunos casos las sugerencias médicas y psicológicas que insisten en que las madres nos separemos de los bebés, desactiva la animalidad de la lactancia. Posiblemente la situación que más depreda y devasta la confianza que las madres tenemos en nuestros propios recursos internos, es esta creencia de que los bebés se van a malacostrumbrar si pasan demasiado tiempo en nuestros brazos. La separación física a la que nos sometemos como díada entorpece la fluidez de la lactancia. Los bebés occidentales duermen en los moisés o en los cochecitos o en sus cunas demasiadas horas. Esta conducta sencillamente atenta contra la lactancia. Porque dar de mamar es una actividad corporal y energética constante. Es como un río que no puede parar de fluir: si lo bloqueamos, desvía su caudal.
Contrariamente a lo que se supone, los bebés deberían ser cargados por sus madres todo el tiempo, incluso y sobre todo cuando duermen. Porque se alimentan también de calor, brazos, ternura, contacto corporal, olor, ritmo cardíaco, transpiración y perfume. La leche fluye si el cuerpo está permanentemente disponible. La lactancia no es un tema aparte. O estamos madre y bebé compenetrados, fusionados y entremezclados, o no lo estamos. Por eso, dar de mamar equivale a tener al bebé a upa, todo el tiempo que sea posible. No hay motivos para separar al bebé de nuestro cuerpo, salvo para cumplir con poquísimas necesidades personales. La lactancia es cuerpo, es silencio, es conexión con el submundo invisible, es fusión emocional, es entrega.
Dar de mamar es posible si dejamos de atender las reglas, los horarios, las indicaciones lógicas y si estamos dispuestas a sumergirnos en este tiempo sin tiempo ni formas ni bordes. También si nos despojamos de tantas sillitas, cochecitos y mueblería infantil, ya que un pañuelo atado a nuestro cuerpo es suficiente para ayudar a los brazos y las espaldas cansadas. Incluso si trabajamos, incluso si hay horas durante el día en que no tenemos la opción de permanecer con nuestros bebés, tenemos la posibilidad de cargarlos en brazos todo el tiempo que estemos en contacto con ellos.
Es verdad que hay que volverse un poco loca para maternar. Esa locura nos habilita para entrar en contacto con los aspectos más genuinos, inabordables, despojados, salvajes, impresentables, sangrantes de nuestro ser femenino. Así las cosas, que nos acompañe quien quiera y quien sea capaz de no asustarse de la potencia animal que ruge desde nuestras entrañas.
Laura Gutman
Fuente

El vínculo

La manera más natural, orgánica, vinculante y cálida de preservar la continuidad de lo que supone para un bebé salir de la acuosa e ingrávida vida intrauterina al ruidoso y frío mundo real es, sin duda, llevarlos pegados a nuestro pecho. El recuerdo del vaivén rítmico y vivo de su madre, el calor y los latidos del corazón, no sólo les tranquilizan y les ayudan a dormir plácidamente en prácticamente cualquier lugar, sino que además les transmite seguridad y un vínculo amoroso inquebrantable para toda su vida.


En este maravilloso blog podréis encontrar todo lo necesario para convertiros en auténticas canguras :
Red Canguro la formamos madres y padres de toda España y de otros países que llevamos a nuestros bebés con distintos portabebés (fulares, portabebés tipo asiático, pouches, bandoleras, mochilas ergonómicas…). Nuestros objetivos como red son:
- Conocernos: hacer encuentros, hablar de portabebés, aprender nuevas técnicas, probar otros modelos y diseños…
-Promover el llevar a los bebés cerca entre otros padres, familiares, cuidadores y profesionales relacionados con la infancia, difundiendo información teórica y práctica a grupos de padres, grupos de lactancia y/o crianza, en centros de salud, consultas pediátricas, de matronas, etc.
-Contacto: servir como contacto para padres que quieran probar y/o aprender a usar portabebés o estén interesados en ellos y no sepan dónde acudir.
La psicóloga clínica y autora del libro Amar sin miedo a Malcriar, Yolanda González habla de la importancia del vínculo en este interesante artículo:


La satisfacción del vínculo afectivo en la primera infancia
La especie humana, cuenta con una característica biológica que lo distingue básicamente de otros mamíferos: la condición de prematuridad.
Esta prematuridad en el momento del nacimiento se ve prolongada durante el primer año de vida aproximadamente (descrita por numerosos autores), y es la condición necesaria para el desarrollo de nuestro neo-cortex (estructura cerebral que permite el desarrollo de funciones intelectuales). Dicha característica inherente a nuestra especie, se traduce en una profunda vulnerabilidad física y emocional que nos convierte en seres absolutamente dependientes de otros humanos adultos. La madre biológica, es habitualmente la que desarrolla el cuidado y atención a la nueva expresión de vida energética, pulsante, viva y sedienta de contención y empatía, que es el bebé humano.
Junto a la vulnerabilidad descrita y vinculada a ella, surge en la pequeña criatura el anhelo de amor incondicional, única garantía que asegura el desarrollo de su integridad física, emocional y más tarde intelectual y social.
Todo un proyecto de vida se presenta por delante: el desarrollo potencial de un ser humano. Pero este sugerente proyecto, está condicionado a la experiencia esencial de los primeros años de vida, en los que se podrá observar un amplio abanico de posibilidades: desde el despliegue progresivo de su capacidad madurativa en un marco saludable de existencia, hasta una serie de obstáculos innecesarios que trunquen su potencialidad y generen sufrimiento. Son muchos los avatares internos y externos de la vida, pero la continuidad de una relación vincular, que tenga capacidad de contacto con su vulnerabilidad y también su enorme potencialidad, suponen un requisito indispensable para su equilibrio emocional estable.
De ahí la importancia de preservar el vínculo madre (o sustituta/o) con el bebé luego niño/a.

En nuestra sociedad se valora la buena atención a la pequeña infancia. Pero se cuida de forma insuficiente la forma de realizarlo. Partiendo de premisas de exigencia socio-laborales se descuida la vivencia emocional de los más pequeños, forzándoles a situaciones estresantes que su biosistema sólo puede tolerar realizando un sobre-esfuerzo adaptativo a los requerimientos del medio y, cuyas consecuencias son poco deseables para el fomento de su salud bio-psico-social.
En concreto hago referencia a las múltiples y variadas “separaciones forzadas” que se ven obligados a soportar antes, de que su organismo en su totalidad, pueda estar maduro para integrarlo. Hasta hace poco, las separaciones se iniciaban en el mismo momento del nacimiento y durante seis largas horas, las primeras de su experiencia post-natal. Hoy en día se continúan realizando en los casos en que quedan ingresados en observación tras el nacimiento, privados de la presencia materna. Y más adelante, continúan viéndose separados y privados del ejercicio necesario de la dependencia, cuando la madre debe reincorporararse al trabajo. Las separaciones forzadas, continúan en la escolarización temprana, cuando todavía su necesidad de socialización no está madura.
Llegado a este punto, conviene reflexionar sobre la siguiente pregunta: ¿Cuál es su vivencia ante tanto sobre-esfuerzo? ¿Cuál su reacción ante las separaciones prematuras y no elegidas?. Los más enérgicos luchan con todas sus fuerzas con el único medio del que disponen: el llanto. Otros han callado al sentir la indiferencia o el silencio a sus demandas. El resultado, es que la necesidad de satisfacer la relación vincular en el bebé y niño/a con respecto al adulto queda, cuando no eliminada, marcada por una profunda insatisfacción y discontinuidad.
Partiendo de la evidente importancia de los primeros años de vida, es esencial que progresivamente vayamos tomando consciencia del sentido funcional que cumple potenciar un adecuado vínculo madre-bebé-niño/a, con capacidad de contacto y empatía con las necesidades de los más pequeños. Este vínculo inicial y satisfactorio con una figura, se irá progresivamente ampliando al padre y otros miembros familiares y sociales, en base a la maduración natural del pequeño.
Si deseamos una sociedad más saludable que la actual, reflexionemos sobre cuáles son los aspectos infraestructurales a reconsiderar susceptibles de cambio, para ir paulatinamente modificando las condiciones sociales y personales que impiden un desarrollo saludable de los más pequeños. No se trata de adaptar la pequeña infancia a la sociedad. Sino de adecuar ésta, a la difícil escucha de sus necesidades legítimas en base al respeto por el proceso de desarrollo de su propio ritmo natural.


Yolanda González

24.2.10

El mundo gozoso de las madres

“El mundo de las madres sale de las brumas
cuando las mujeres se unen para poner sus mentes
en la sabiduría de su corazón y de sus vientres;
y así, se hacen mucho más grandes,
pudiendo recrear el gozo en si mismas
y derramarlo a todos los seres de la tierra,
porque en la vida el Todo es
mucho más grande que la suma de sus partes”
Guadalupe Cuevas
El mundo gozoso de las madres no es mitología ni fantasía, es un periodo histórico documentado previo al patriarcado y al Cristianismo en que la sociedad se regía por otros valores. Cooperación frente a competencia, oxitocina frente a adrenalina, satisfacción frente a carencias, nanas en vez de llantos, conexión y respeto por la Tierra frente a conquista y lucha, culto a la energía femenina frente a su represión u ocultación.
Este texto es parte de la reflexión de Guadalupe Cuevas sobre una época más dichosa que puede regresar si las mujeres se reconcilian con su Naturaleza, el útero y lo que éste representa de dador de vida vuelven a tener mayor protagonismo y las madres colman de amor y bienestar a sus hijos para transformar así la sociedad.
Si pudiéramos imaginar un nuevo mundo de Avalon, donde se encuentra la “dicha” perdida y olvidada, donde todos los deseos de amor y de gozo se encuentran satisfechos, ese lugar podría parecerse al Mundo de las Madres, porque en ese lugar la vida estaría guiada y conducida por el “gozo de ser vida” y por el instinto de expandir cada vez más y más, sin límite, esa vida gozosa.
Según las investigaciones del pasado y según el hallazgo de yacimientos arqueológicos se está empezando a interpretar la historia desde una nueva perspectiva : en la “vieja Europa” existió en el neolítico (desde 10.000 a.c hasta el 3000 a.c) una estructura social anterior al patriarcado, basada en la cooperación y la ayuda mutua entre las personas, sin luchas, sin jerarquías, sin desigualdad de sexos y sin dominación.
Esta sociedad estaba sostenida por la sexualidad maternal basada en el gozo de crear vida, preservarla y cuidarla y para ello hacer que los seres vivos buscaran siempre la unidad. Hoy la biología nos demuestra también como el mundo celular está basado en la simbiosis, así cada célula busca siempre la asociación para seguir creando nuevas formas de vida en lugar de crecer individualmente aisladas de las demás.
Marioon Woodman, Casilda Rodrigáñez, Marija Gimbutas, Clarissa Pinkola Estés… cada una en sus diferentes campos, cada una en su diferente lenguaje encuentran “una salida” a este mundo patriarcal devastador, en esa energía femenina, salvaje, maternal, sin domesticar, misteriosa, gozosa, y sobre todo divinamente encarnada.
Aunque la verdad es que esta vitalidad rebosante está cuidadosamente escondida, para que nunca podamos sentirnos amados y por lo tanto ¡libres!. Ahora tal vez es el momento de recuperar el Mundo de las Madres, pero ¿dónde está ese mundo donde las madres son gozosas, deseantes, amantes de sus cuerpos, impulsoras de unidad, derramando hormonas de placer vital?
Como Avalon, se alejó entre las brumas, retirado en lo más profundo de nuestra biología celular, dormido, inconsciente, en ese lugar del cuerpo femenino que llamamos Útero, y este lugar de donde brotan las “aguas de la dicha” para toda la humanidad está abandonado y yermo porque la mente se ha separado de él.